Las funciones ejecutivas son los procesos cognitivos que se encargan de la autorregulación, adaptación y resolución de problemas y que tienen un papel determinante en el control de la conducta. Son habilidades que incluyen desde la capacidad para inhibir una respuesta automática no adecuada a la situación, la capacidad para adaptarse a los cambios o abordar las situaciones desde diferentes perspectivas, a la memoria de trabajo, la organización y la planificación.

La región del cerebro encargada de gestionar las funciones ejecutivas es la corteza pre-frontal. El mayor desarrollo de esta zona del cerebro se da a los 7 años aproximadamente, pero no termina de madurar hasta la edad adulta y como la neurociencia ya ha demostrado, estas funciones pueden continuar desarrollándose a medida que realizamos nuevos aprendizajes y tenemos diferentes experiencias, llegando a modificar estos cambios incluso nuestra arquitectura cerebral.

El éxito en el desempeño de un puesto de trabajo se mide generalmente tomando como referencia los resultados obtenidos, y en la mayoría de los puestos de trabajo estos resultados van a estar determinados por el buen funcionamiento y gestión de estas funciones cognitivas. Las funciones ejecutivas nos permitirán o no adaptarnos a los cambios de posición o funciones laborales y a las modificaciones del entorno además de determinar nuestra forma de asumir nuevos retos y aprendizajes o solucionar de forma eficiente los problemas que se nos planteen en el desempeño laboral. Además, las funciones ejecutivas van a ser también fundamentales a la hora de gestionar nuestra relación con los superiores y compañeros.

Dificultades en la vida diaria

Las dificultades que podemos experimentar en nuestras actividades de la vida diaria – especialmente en nuestro trabajo-  cuando tenemos problemas con la gestión de las funciones ejecutivas son:

  • Dificultades en el control atencional que interfieran en nuestra capacidad para filtrar distracciones o concentrarnos en una determinada persona, actividad o situación.
  • Problemas de autocontrol de la conducta motivados por un déficit en la inhibición de respuestas.
  • Inflexibilidad cognitiva que interfiera en nuestra capacidad para adaptarnos modificar o cambiar nuestra conducta, acciones o pensamientos en función de los cambios o demandas del entorno.
  • Problemas para almacenar la información a corto plazo y al mismo tiempo realizar operaciones mentales con dicha información si hay un déficit en la memoria operativa.
  • Dificultades para organizar nuestro trabajo, anticipar consecuencias,  iniciar o finalizar tareas.
  • Reducción de nuestra capacidad para fijar objetivos y seguir correctamente una secuencia de acciones para conseguirlos.
  • Problemas a la hora de escoger una opción entre varias alternativas, es decir, en la toma de decisiones.

Además de los programas especializados en el entrenamiento de cada una de estas funciones y el aprendizaje de estrategias cognitivas de la mano de un neuropsicólogo/a, existen gran variedad de recursos que podemos utilizar por nuestra cuenta.

Estrategias compensatorias de los fallos ejecutivos

A continuación os dejo una relación de las estrategias a emplear cuando notamos este tipo de dificultades. ¡Espero que os resulten de ayuda!

  • Simplificar. Escoger las formas menos complejas de realizar cada actividad.
  • Establecer objetivos bien definidos y elaborar un plan para su consecución.
  • Estructurar situaciones que no lo están.
  • Emplear auto instrucciones a modo de frases que regulen la ejecución de la conducta y eviten la presencia de un comportamiento errático.
  • Utilizar estrategias de solución de problemas.
  • Entrenarse en rutinas de auto monitorización. Qué tengo que hacer, que estrategia selecciono, pongo en marcha la conducta escogida y valoro el resultado final.
  • Anticipar problemas a los que enfrentarse.
  • Reformular las instrucciones de una forma sencilla y concisa, mediante guías externas que faciliten el seguimiento de cada paso (imágenes de las acciones o listas escritas de las fases que hay que seguir).
  • Practicar ejercicios de entrenamiento cognitivo y juegos que ayuden a desarrollar una mayor flexibilidad de pensamiento (buscar diferentes formas de resolver un problema).