Existen muchas estrategias compensatorias de carácter práctico para mejorar nuestro rendimiento cognitivo en el trabajo avaladas por la investigación en el campo de la neurociencia y la EM.
Estas estrategias pueden englobarse en tres categorías: estrategias para mejorar el procesamiento cognitivo, estrategias de modificación ambiental o adaptación del entorno físico, y el uso de ayudas externas para compensar los déficits.
Las dificultades que podemos experimentar en nuestras actividades de la vida diaria – especialmente en nuestro trabajo- cuando nuestra velocidad al procesar la información disminuye son:
- Fluctuación en la velocidad de ejecución.
- Ejecución de tareas enlentecida.
- Dificultades para seguir conversaciones.
- Lentitud en la ejecución de actividades laborales, en casa…
- Necesidad de más tiempo para tomar decisiones o para dar respuestas.
- Necesidad de leer información más de una vez para comprenderla.
- Problemas para ejecutar tareas si tenemos que hacer más de una cosa a la vez (escuchar y tomar apuntes…).
A continuación os dejo una relación de las estrategias a emplear para poder compensarlas.
¡Espero que os resulten de ayuda!
Estrategias compensatorias para el enlentecimiento cognitivo
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Reducir la cantidad de información que tiene que ser procesada y disminuir la velocidad con que se presenta (dividir las tareas largas o difíciles en diferentes partes y planificarnos para tener más tiempo para realizarlas).
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Permitirse el tiempo necesario para finalizar la actividad, evitando la ansiedad y frustración que supone la presión del tiempo. Es mejor terminar una cosa antes de empezar con la siguiente.
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Tratar de mantenerse activo, asegurándose de que es el nivel de estimulación correcto, es decir, no por debajo de nuestras capacidades, pero que tampoco nos supere en exceso. Lo mejor es una actividad acorde a nuestras capacidades con breves periodos de descanso intercalados.
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Solicitar notas o apuntes complementarios al profesor, o compañeros/as de estudios o de trabajo. No hay nada de malo en pedir ayuda de vez en cuando.
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Hacer listas con actividades pendientes por orden de prioridad. Actualizar la lista a medida que vayamos terminando tareas o cambien las prioridades.
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Utilizar grabadoras para no perder información. Obviamente debemos pedir permiso antes de emplearlas. También podemos dejar notas de voz a medida que surjan las demandas.
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Escribir con abreviaturas.
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Entrenar tareas difíciles cronometrando el tiempo para mejorar la rapidez.
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Dormir lo suficiente. La falta de sueño – tan solo 1 o 2 horas de sueño durante varias noches – puede tener un impacto en el tiempo de reacción y de procesamiento.